viernes, 13 de diciembre de 2013

Dos mundos


¿Cuantos mundos hay?¿cuantas preguntas pueden formularse entre los mundos generados por dos fotografías?... entre estas dos imágenes, entre las dos clases de organización que representan, puede haber infinitos mundos.
Por lo pronto hablo de dos: el cubo-regalo-navidad es uno de ellos. ¿Y como es ese mundo?... ¿que representa?
¿Me representa?
Aseguro que ese mundo navideño, donde su existencia y argumento se sostiene en el mero consumo, es un insulto... un grave despropósito híper elemental, representa la esclavitud del pasado, lo que debemos dejar atrás y para siempre trascender.
La comensalía abierta navideña ya no existe, existen caras y caretas en un brindis a puertas cerradas tras rejas de hierro como protección; existe el miedo ante el otro, la furia ante el distinto; existe la culposa acumulación que convierte la palma en puño y genera la desigualdad y la desdicha.
Ese mundo, el del cubo que flota pleno de idiotez vacía, sostiene el rechazo y la burla a la esencia del verdadero amor.
Luego, aparece este otro mundo:
El del lago y de las nubes y el ocaso.
Este mundo nos representa. Este mundo permite, acuna, se brinda, emociona, es claro y pleno de sencillez perfecta en su naturaleza esencial;
y se muestra desnudo y desprovisto de toda ideología de poder, porque no le hace falta esa pretensión suicida:
es poder.
El mundo del lago que sueña su razón en el abandono al momento presente, es lo único que hay, lo único que verdaderamente existe, es la calma y la apertura, el respeto y la permanencia de todo y de todas las cosas, la extrañeza maravillosa de vivir y respirar.
Dos fotogramas, dos mundos antagónicos... casi como la muerte y la Vida.
"Feliz Navidad", chilla la radio entre propagandas infinitas...