Olvidó su casa. Olvidó su origen
y su sexo y comenzó a deslizarse entre
la luz y la sombra que rodeaba su existencia. Sin un lugar a dónde llegar, ni
consciencia sobre su muerte sólo le bastaba una superficie lisa y extendida para
circular. La velocidad no importaba ya que no percibía el paso del tiempo. Sólo
sentía que el mundo era suave y le contenía hasta que inesperadamente vio su
sombra. En ese momento se detuvo y dudó.
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