viernes, 12 de septiembre de 2014

Alimento autoengaño


El escenario no es el mismo, tampoco los seres vivos. El aire, que todo lo rodea sobre la delgada corteza del globo, cambia la temperatura de la luz... y también la estrella, que gira y gira y gira y luego se escapa hacia el otro mundo. La estrella ya se fue y llega la noche a la misma velocidad de siempre, con ese pequeño y perfecto atraso de ocho minutos de distancia. Luego las luces de escena iluminan a los actores que, presto, pasan como pasan las sombras de los espectros. Un espectro, tres espectros, un millón de espectros, un planeta espectral flotando en un lejano suburbio de una perdida galaxia en espiral. Más tarde la irrealidad material, el automóvil y el follaje, el aire y el color, las amigas y la playa, crean ese efecto tan común como engañoso: somos verdaderos, somos necesarios, amorosos, ciertos... pero todo fluye desde la nada y se dirige hacia la nada, nada ni nadie es imprescindible, ni usted, ni yo, ni siquiera la estrella que convierte, desde su estable secuencia principal, la materia inanimada en respiración y pensamiento. Pensamos y nada más. Sufrimos y nada más. Gozamos y nada más. Y necesitamos el autoengaño como necesitamos el nutriente: somos importantes, somos únicos, los reyes de lo creado, somos seres humanos, somos...

2 comentarios:

  1. Somos unicos los reyes de lo creado..Dios habla de esto...me encanto me dejaste sin palabras...

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  2. gracias... espero que vuelvas a encontrar el modo de articular sonidos

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